17 de febrero de 2010. La Salita

Esta noche volvemos a un local en el que ya estuvimos el 1 de agosto del 2007. Repetimos porque estamos de enhorabuena, esta programada para hoy, una presentación de vinos de Ribera del Duero, Bodega Vizcarra  maridada con el menú de degustación de este restaurante. Como para perdérselo. 
Vamos al distrito de Algirós, al barrio L'Amistat a encontrarnos de nuevo con este bonito local 
que vemos muy mejorado: hay una nueva vitrina llena de maltas y ginebras y al fondo a la izquierda una fantástica cava (lo que ha mejorado y con mucho, los vinos que figuran en carta). También han abierto la cocina por lo que desde el comedor se puede observar el trajín-ordenado que se produce en ella. Nos gusta, nos gusta mucho.
Nos sientan en una mesa para dos y muy cerca del del enólogo y del distribuidor de las Bodegas Vizcarra en Valencia. 
Nos ponen un aperitivo de chips de plátano macho y ñame, y en pocos minutos viene el primer vino. Dado que la bodega no dispone de vinos blancos, el distribuidor (Monsonís) ha traido un riesling, Kientz del 2005: suave, afrutado, con una óptima acidez, muy aromático y con una temperatura impecable. Nos lo disfrutamos. Con él viene el primer aperitivo: crujiente de sardina con una crema de puerros y patata con taquitos de jamon y espuma de patata dulce. ¡Fantástico!. Buen comienzo. Nos declaramos fans del crujiente de sardina.
El segundo entrante ya viene con un vino de Vizcarra: Senda del Oro del 2008. Vino joven, impertinente, como nos explica es el vino de menor  precio de la gama, y se ha construido para que aguante bien en todos los terrenos. Con él viene un steak tartar de lomo alto, sobre mahonesa de anguila ahumada, caviar de alcaparras y un cornete de crujiente de pan de aceite... simplemente delicioso.
El segundo vino, Vizcarra del 2007 (con más mineral, algo más complejo, rotundo, fuerte y con alto contenido alcohólico) acompaña un plato que estrenan esta noche (y esperamos que lo incorporen a la carta): unos raviolis rellenos de ceps, con esferificaciones de parmesano, unas hojas de espinacas y una crema (que incorporan al instante) de castañas y trufa. Sin palabras. Plato contundente que domina y amansa el vino.
El siguiente vino, Torralvo del 2006, el que tiene más espiritu de ribera como nos dice el enólogo, vuelve a ser un vino contundente, fuerte, astringente. Nos hubiera gustado con menos temperatura. Acompaña a un plato muy divertido: secreto ibérico sobre masa de jengibre, una crema parecida al nabo, sobre unas patatas bravas (impresionante el sabor tan limpio que mantienen en este plato tan variado) y una boina de espuma de pimientos rojos y crujiente de careta de cerdo: ¿qué decir? Volvemos a ir de uno a otro de los ingredientes sorprendidos de los sabores tan puros que mantienen cada uno de ellos. Nos enamora.

Celia del 2006 es el siguiente vino. Este, y el último, son vinos dedicados a sus hijas. En esta ocasión han mezclado Tinta Fina con Garnacha: vino contundente, muy aromático y más cremoso que los anteriores. Viene con un plato de arroz de alcachofas y calabaza, un trozo de corbina a la plancha, una lámina de foie y una pincelada de reducción de vino tinto, con un puré de apio. El apetito nos está abandonando pero no podemos dejar de probar los  ingredientes del plato. 
Ines del 2006,
aquí mezcla tinta fina con merlot: es potente, hay que dejarlo que se abra y se amanse. Lo hace a lo largo del plato, pero se vuelve simplemente delicioso en el último trago que realizamos después del postre, rato largo después de jarrearlo en la copa. Viene acompañando unos trozos de pichón con cuscús, salsa de frutos rojos y humo de rosas (el plato es un espectáculo: viene con una cúpula de cristar que retiran una vez puesto el plato delante del comensal, para que el olfato, el olor a humo de rosas, sea lo primero que despierte los sentidos: la vista y el olfato. Francamente fantástico). Estamos ahítos y trasteamos con el plato.
El postre, de nuevo,  es un espectáculo. Quesoy dice que parece un parque temático: tres pequeños recipientes con tres postres que nos ordenan para su degustación, una panacota con coco, corazon de frutos secos y nuez garrapiñada como boina, un couland de chocolate y helado de vainilla con toques de plátano y galleta crujiente de caramelo y una copa con fruta de la pasión, helado de hielo de fresa y crujiente de sésamo y miel. Los probamos todos y nos encantan todos. Para acompañarlo, el restaurante ha puesto un vino dulce, un vecino de sauternes, dulce con buena acidez, que nos limpian las papilas.
Aquí ya hemos pedido agua con gas Perrier para ir aliviando nuestras papilas y nuestros agradecidos estómagos.
Quesoy remata la cena con su consabido ristreto que viene bien elaborado y fuerte fuerte. Karoleta remata el vino Ines al que encuentra francamente delicioso a estas alturas de cena.
Fantástica cena que hemos disfrutado. Nos gusta estas iniciativas que esperamos se repitan.

1. Ingredientes reconocibles: 7
2. Saludable: 7
3. Emplatado y decoración: 10
4. Raciones generosas: 7 (pero tienen un larguísimo menú de degustación)
5. Cocina regional: no
6. Tecnología punta: si
7. Sabroso: 10
8. Equilibrio: 8
9. Vajilla y cristalería: 9
10. Relación calidad-precio: 9
Total puntos: 67 sobre 80
Esta cena tenía un precio fantástico teniendo en cuenta que el vino venía incluido en el precio.

En Valencia   c/ Séneca, nº 12 (esq. con Yecla)   Tel  963 817 516

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